Un hotel junto al mar by Julie Klassen

Un hotel junto al mar by Julie Klassen

autor:Julie Klassen [Klassen, Julie]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Histórico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2022-12-06T00:00:00+00:00


—¡Córcholis! —murmuró Sarah, cargada de frustración—. No debería ser tan difícil.

—¿Qué hay? ¿Qué le ha pasado? —preguntó el señor Henshall, entrando en la biblioteca que hacía las veces de despacho con la frente arrugada por la preocupación.

—¡Oh! Disculpe. No me he dado cuenta de que me había quejado tan fuerte. Solo estaba intentando cuadrar las cuentas, sin éxito.

—Quizá podría ayudarle. Un par de ojos nuevos pueden ver qué es lo que se le escapa.

—¿En serio? Pues se lo agradecería mucho. Aunque me da cierta vergüenza que vea el estado de nuestras finanzas.

—Pues no debería. Y sea el que sea, tiene mi palabra de que no lo compartiré con nadie.

—De acuerdo —aceptó, indicándole la silla que estaba junto a ella.

Él tomó asiento y se inclinó sobre el libro mayor, con uno de sus anchos hombros rozando el suyo. Podía sentir el calor que despedía y percibir su fresco aroma masculino.

—Explíqueme a qué corresponde cada columna.

Ella las señaló todas una por una.

—Este es el vendedor, los bienes o servicios que hemos adquirido, la fecha y la cantidad a deber. Y esta es la fecha en que he pagado la factura.

Él examinó los números pasando los dedos lentamente por encima de cada entrada.

—¿Qué significan estas marcas?

Sarah sintió que se ruborizaba.

—Que he pedido un aplazamiento.

—¡Ah! —Él continuó escudriñando los números—. ¿Y qué me dice de estos gastos en combustible? ¿Encargó para todo el año?

—Sí, de ese modo el precio era más bajo.

Él asintió y volvió a las páginas.

—Y paga… ¿trimestralmente?

—Sí. —En ese momento se quedó pensando y de pronto cayó en la cuenta—. ¡Claro! ¡Eso es! —dijo, regresando al mes en curso—. Había contado también el de este mes, aunque todavía no ha vencido. ¡Qué tonta!

—En absoluto.

—Y usted ha visto mi error en un abrir y cerrar de ojos.

Él encogió el hombro y ella percibió el movimiento a través de la manga como si fuera una caricia.

—En casa tengo un administrador. Revisamos mutuamente el trabajo del otro para detectar posibles errores. Dos pares de ojos ven mejor que uno.

Ella asintió con la cabeza.

—Como dice el versículo: «Más valen dos que uno, porque obtienen más fruto de su esfuerzo».

Él se volvió hacia ella y sus rostros quedaron muy próximos. Entonces, como si buscara en su expresión un significado oculto, dijo con dulzura:

—Estoy de acuerdo.

De repente, Sarah sintió que se mareaba y apartó la vista. Lo había dicho sin pensar. ¿La consideraría una descarada? Después de todo, ella estaba feliz con su soltería. O al menos se había resignado a ella.

—Espero que no piense que… —tragó saliva—, intentaba insinuar algo.

—Ah, ¿no? De acuerdo —dijo, entornando los ojos con un irónico gesto de decepción.

—Soy… feliz así, como estoy —replicó Sarah—. Y estoy convencida de que usted también.

—Yo no.

—Ah, ¿no?

Él sacudió lentamente la cabeza deslizando la mirada hasta su boca.

Sarah inspiró de forma entrecortada y apretó los labios con nerviosismo.

El hombre siguió cada uno de los movimientos de la joven con los ojos, que parecían inundados de… ¿atracción?, ¿deseo?

—Señorita Summers. —La señora Elton apareció de repente en el umbral—.



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